Nuestro ambiente está lleno de toxinas y contaminantes que le hacen daño a nuestros niños e infantes; estas toxinas incluyen dioxinas, PCHs, mercurio, ftalatos, pesticidas, retardantes de fuego, bisfenol A y otras sustancias dañinas. Estas toxinas pasan a través de la placenta y llegan al feto durante la gestación; y luego del nacimiento llegan al infante a través de la leche humana. Los niños e infantes se exponen a diario a toxinas peligrosas al tener contacto con el aire, agua, tierra y productos como la ropa, maquillajes, productos de limpieza, alfombras, etc.
Muchas de estas toxinas son capaces de viajar por el aire, contaminando el aire que se respira, el agua que se consume, y los alimentos, como también se encuentran en productos que utilizamos a diario. Muchas de estas toxinas se acumulan mayormente en las grasas del cuerpo, siendo parte de la carga corporal química. Algunos funcionan como interruptores endocrinos, dañando el sistema reproductivo. Los infantes están más en riesgo que los adultos, ya que consumen más alimento en relación con su tamaño y peso en comparación con lo que consume un adulto.
La exposición a las toxinas de los infantes comienza desde la gestación, donde el feto se expone a todos los contaminantes que se expone la madre o persona gestante (aire, alimentos, productos, y agua). Luego del parto, el infante continúa exponiéndose a los contaminantes en su medioambiente. Aun los juguetes, mamaderas y biberones contienen químicos peligrosos.