La crianza de apego es una filosofía propuesta originalmente por John Bowlby, y promovida por el pediatra Williams Sears, donde se dice que los infantes tiene la tendencia a buscar la cercanía a otras personas, y se siente seguro cuando las personas (entiéndase, los criadores y cuidadores) están presentes y están sensibles a todas las necesidades del bebé, tanto física como emocionalmente.
Según la teoría de la crianza de apego, los bebés están “diseñados” a estar apegados a sus criadores y cuidadores, porque son seres sociales. Cuando el bebé es privado del contacto con sus criadores, esto le puede causar depresión, como también comportamientos hostiles y la incapacidad de crear relaciones saludables en la adultez.
Por lo general, cuando hablamos de clases de parto, la gente tiene una idea que esto significa socializar con otras parejas gestantes, hacer respiraciones extrañas, ver varios videos de parto, todo esto tirado en un colchón en el suelo. Sin embargo, las clases de parto son mucho más que esto.
Por otra parte, nuestra percepción del parto está totalmente distorsionada debido a la influencia de programas de televisión y películas de cine. Estamos siendo influenciadas por nuestro medioambiente social y cultural, haciéndonos pensar en que el proceso del parto se inicia cuando rompemos membranas. Rápidamente sale la cabeza del bebé y nos tenemos que tirar a parir en la primera esquina, todo esto a gritos, donde en el final el resultado es un bebé todo ensangrentado. Y todo esto sin contar los cuentos de horror de familiares, amigos y hasta desconocidos.
No es de extrañar que muchas personas lleguen a ese momento del parto llenas de temor; muchas veces sin ni siquiera reconocer las señales reales de parto, ni los procedimientos comunes que se llevan a cabo durante este proceso, y mucho menos del post parto ni el cuidado del bebé.
El tener un bebé es un evento transformativo en la vida. El bebé pasó aproximadamente 40 semanas creciente en el cuerpo de la gestante, creando un gran impacto en su cuerpo y en su mente. Luego esta pasó por el trabajo de parto y parto, lo cual es una de las experiencias físicas más intensas que una persona puede pasar. Entonces, de repente hay un nuevo integrante en la familia. Y en nuestra cultura se espera que la recién parida siga funcionando con pocas horas de sueño, a la vez que ocurre en su cuerpo grandes cambios hormonales, sus hábitos de alimentación suelen cambiar drásticamente, mientras su estado emocional se ajusta a la vida con un nuevo bebé. Todos estos factores afectan el estado de ánimo de la recién parida, en especial en los primeros días y semanas luego del nacimiento del bebé. A estos cambios en el estado de animo es lo que se conoce usualmente como tristeza posparto o “baby blues”. Y aun cuando es algo común (la mayoría de las recién paridas lo experimentan), muchas se cuestionan si lo que sienten es normal, o si están experimentando la depresión posparto.
Tener un nuevo bebé en la familia es un momento excitante, pero también puede ser abrumador. Los nuevos criadores buscan conectarse con otras personas que entienden por lo que están pasando, que le brinde respuestas desde a preguntas sencillas hasta preguntas serias. Es por esta razón que encuentran de gran ayuda discutir y compartir sus experiencias, y buscar consejo de otras personas que también han tenido bebés recientemente. Se sienten capaz de relacionarse con otras personas a un nivel real, porque estas están pasando, o han pasado por lo mismo recientemente.
El conocimiento de pares en las redes es reciente; y por esto tienen más comprensión y empatía. Las que llevan un poco de más tiempo tienen conocimiento de las nuevas guías y tendencias, y disfrutan compartirlas con las otras. Todo esto provee a los nuevos criadores un nivel de seguridad y confort; como también las ayuda a reducir el estrés.
El sueño de nuestros bebés se ha convertido en motivo de preocupación de muchos criadores. Sin embargo, no era así en otros tiempos. ¿Te acuerdas de que cuando te criabas? De seguro había más crías que habitaciones en el hogar. Esto es debido a que “antes” no se esperaba que la cría durmiera sola. Nos dormían en brazos; lo más seguro en un sillón; y no faltaba la canción de cuna.
Ahora las cosas no son así; nuestro sistema económico obliga muchas veces a que ambos criadores trabajen fuera del hogar, y para el colmo, nuestra sociedad no es muy amiga de los niños—se ve el contacto físico entre criadores e hijos con desprecio…
…y sin faltar las amenazas apocalípticas:
“¡Si lo cargas lo malcrías!”
“¡Si lo duermes en tus brazos se acostumbrará!”
“¡Si lo duermes al pecho se acostumbrará!”
“¡Déjalo llorar para que no llore de vicio!”
“¡Si lo dejas dormir, aunque sea una vez en tu cama, de ahí no saldrá nunca!”
“¡Si no aprende a dormir desde chiquito, de grande va a tener problemas serios!”
Hoy en día prácticamente las canciones de cuna están prohibidas, e igual los cuentos. Los criterios de alimentación infantil son como los de los pollitos—horarios estrictos, onzas calculadas, poco contacto humano—en fin, ¡¡¡una sociedad llena de mitos!!!
Muchos desconocen que hay muchos beneficios de la lactancia a término, tanto para la madre o persona lactante, como para el infante. La Academia Estadounidense de Pediatría enfatiza que no hay ninguna evidencia científica que diga que la lactancia a término puede causar algún efecto negativo, ni psicológicamente ni en el desarrollo de los infantes.
La mayoría de las organizaciones relacionadas con la salud humana aprueban por completo la lactancia a término. La Organización Mundial de la Salud enfatiza la importancia de lactar dos años o más. La Academia Estadounidense de Médicos de Familia menciona que la edad estimada para el destete natural para los infantes humanos es entre los dos y siete años de vida. La Academia de Medicina en Lactancia menciona que no hay ninguna base, ni medica ni científica que indique que la lactancia a término puede causar algún daño, ni a la madre o persona lactante, ni al infante; y más bien encuentran que las practicas actuales del destete prematuro causa mucho daño.
El único impacto negativo de la lactancia a término es la opinión negativa de aquellas personas que no la aprueba. Ahora, teniendo esto como referencia, hay que cuestionarse si vamos a ceder a un destete, únicamente porque no va de acuerdo con las normas de la sociedad.
La experiencia de perder un embarazo o un bebé es algo que nadie debería pasar. Se estima que 1 de 4 mujeres o personas con útero experimentan una perdida, ya sea por aborto, muerte prenatal, muerte neonatal, o muerte infantil. Debido a esto, todos estamos expuestos a tener a alguien cercano pasando por el duelo de la pérdida.
Si el embarazo era avanzado, o ya el infante había nacido, el cuerpo no reconoce la perdida, haciendo que “llegue la leche” o que los pechos se congestionan (plétora). A la mayoría de estas personas no se les orienta cómo manejar la lactancia (o producción de leche) luego de la pérdida. Algunas de estas personas desearían cortar su producción de leche de inmediato, mientras otras desean donar su leche, para de cierta forma, mantener la conexión con su bebé. Cada persona padece su duelo de forma diferente.
Las desigualdades en salud son diferencias en el estado de salud entre segmentos de la población debido a barreras sociales o económicas. Estas desigualdades están generalizadas y, según aumenta la diversidad en la población es posible que crezcan si no se atienden adecuadamente. Una manera de hacerlo es a través de la competencia cultural.
La competencia cultural en el cuidado de la salud y la lactancia humana es la capacidad de reconocer y comprender las diferencias culturales, tratar parcialidades inconscientes o conscientes y adaptar cómo se ofrecen los servicios y cuidados para que cumplan con las necesidades sociales, culturales y lingüísticas únicas de cada persona o participante.